El curso va desarrollándose con toda normalidad, las niñas están muy contentas, las Madres disfrutamos de verlas felices y aprendiendo y todos cuantos nos ayudan en la tarea están entregados a sus respectivas labores.
Durante el mes de noviembre, las dos voluntarias que aún continúan con nosotras: Judit y Elena, se volcaron en los refuerzos de aprendizaje de las niñas y en los diversos juegos y deportes. El día 23 celebramos la fiesta de la Virgen Niña. ¡Fue preciosa! Cada clase había preparado sus corazones para entregárselos, al igual que hizo la Virgen a Dios. Hubo procesión hacia la capilla y allí pudieron ofrecérselos con mucha devoción.
Diciembre estuvo marcado, tanto en el Colegio como en el Internado, por la preparación de Navidad: la decoración, la obrita de teatro, los villancicos… La representación tuvo lugar el viernes 18; la habían preparado las niñas mayores, las de CE-1, y algunas de CP y CI. La vieron todas las niñas del Colegio. Las “actrices” estuvieron fenomenal en cada uno de sus papeles: ¡es realmente asombrosa la facilidad que tienen para memorizar poesías y canciones! El vestuario contribuyó al éxito de la representación: era ropa que nos habían mandado de Puerto Rico, disfraces donados por María de la Mota –una de nuestras voluntarias- y paños que las propias niñas habían traído de sus casas. El fin de fiesta lo pusieron los villancicos que habían preparado las niñas de CI y CP y con unas muy africanas danzas que improvisaron las profesoras. ¡Fue el toque alegre y desenfadado!
Antes de irse de vacaciones, las niñas acudieron a la capilla a adorar al Niño Jesús; lo hicieron con villancicos y una ferviente oración.
En el Internado, todas estaban emocionadas ante el belén de plastilina que Elena y Judit habían estado preparando con ellas. ¡Parecían ellas mismas pastorcitas de la escena, buscando a los personajes principales de la representación! Ese sábado 19 la mayoría de los padres vinieron a recoger a sus hijas y a las que viven en Basso o en los pueblos de los alrededores las llevamos nosotras el domingo.
En enero se ha incorporado a los trabajos del Internado Hélène, una joven de la parroquia que ha sido madre de un niño en octubre. Es dulce y paciente. Ayuda a Mamam y a Thérèse con las niñas y se encarga de los estudios de la tarde y de la noche. Su hijito se llama Joaquim, pero alguna niña del Internado comenzó a llamarlo “le petit Jésus” porque lo conoció en los días posteriores a Navidad. ¡Todas estamos embobadas con él! ¡Es un bebé precioso! Nosotras le llamamos “Marcelino”, aunque sin pan y vino.
Especial relevancia le dimos a la celebración de la Epifanía del Señor, pues es en estas tierras de misión donde adquiere un significado especial: Dios se manifiesta a los hombres hasta en los últimos confines del mundo. Los Reyes Magos vinieron cargados de muñecas y ropa para las internas. ¡Fue tremendamente emotivo ver la cara de ternura con la que las más pequeñas pasaban delante de los regalos para escoger su muñeca y cogerla en brazos o colocársela en la espalda como hacen las mamás de aquí! También lo fue ver a las pequeñas muy agradecidas, sabedoras de que es un regalo todo lo que se les da y no es educado ponerse a escoger o quejarse.
A mediados de enero regresó -¡por fin!- el Padre Saturnino a Kalalé, después de cuatro meses de intensa animación misionera en España. Las niñas estaban cenando cuando se pasó por el Internado para saludarlas. ¡Se moría de la risa cuando las niñas le mostraban cómo se debe masticar con educación: ha de hacerse con la boca cerrada! Se reprenden entre ellas mismas cuando ven que alguna lo hace con la boca abierta: “¡Noooo!!, ¡Así no!…”, como si fuera el mayor delito.
En febrero empezamos mes con una incidencia en nuestro molino. Desde que se compró hemos tenido problemillas para moler los cereales y que la harina quede fina, sin necesidad de tamizarla. Después de varias reparaciones, parecía que por fin estaba arreglado. Hasta que un día vimos que la harina estaba mal molida. Al preguntarle a Enoc, nuestro “manitas”, qué pasaba, nos respondió que una monedita de 25 FCFA que se pone entre las cuchillas se había gastado y al no encontrar ninguna en casa no se le ocurrió otra cosa que ¡ir al pueblo a buscar una! Atónitas y aguantando la risa, le dijimos que si volvía a ocurrir, seguramente nosotras podríamos darle la tan “preciada” moneda. Como pueden ver, anécdotas no nos faltan.
El tiempo de Cuaresma lo empezamos con el miércoles de ceniza. La misa la celebró el P. Saturnino por la tarde en la parroquia. En el momento de la imposición, el Padre tuvo que pedir ayuda a los seminaristas, porque la fila de niños era interminable y todos querían salir con su ceniza en la frente. Nuestras niñas del Internado, las más pequeñitas, sentadas sobre esteras en la zona del presbiterio, recibieron ordenadamente la ceniza.
Alguna de las internas ha tenido varicela y una excursión a Bémbéreké hubo de ser anulada por el riesgo de contraer el virus de Lassa, ya que por la zona se han registrado algunos casos. Suplimos la diversión con juegos, vía crucis, gymkhana… El juego de béisbol fue todo un reto: hasta que no nos pusimos cada una de las Madres en una de las bases no entendieron nada. ¡Lo pasamos en grande! Y por la noche vieron El libro de la selva: ¡todo un éxito! Aunque no entendían mucho los diálogos, las imágenes y las canciones hacían que siguieran el hilo de la película. ¡Cuando salía la serpiente, todas gritaban y se tapaban los ojos como si fuese una película de terror!
Estamos muy satisfechas de la evolución que apreciamos en las niñas del Internado, pues comprobamos su aprendizaje y en muchas de ellas el desarrollo de su imaginación. Un jueves por la tarde, las llevamos al mercado de Kalalé. ¡La Madre Laura decía que ella se sentía como en una Javierada! Para la gente de allí fue todo un espectáculo ver a las Madres con las 50 niñas internas en el mercado. Todos las saludaban con gran cariño. Las niñas estaban tan emocionadas que algunas ni se movían, pegadas a las Madres. ¡Se portaron muy bien!
Esta obra de Dios aquí en Kalalé avanza, pues, con sus días y sus quehaceres. Con el gozo de saber que todos cuantos leéis estas crónicas estáis unidos a nosotras en oración. Agradecemos a los padrinos su mucha ayuda, así como todas las iniciativas que vais teniendo para que la luz de Cristo y la misericordia de Dios se vean reflejadas en actos concretos y materiales a favor de nuestras niñas del Colegio Mater Salvatoris de Kalalé. ¡En uno u otro lugar somos familia Mater!