A finales de septiembre fuimos a Fo-Bouré, a unos cien kilómetros al oeste de Kalalé. Los PP Juan Pablo y Luís Ángel, de la diócesis de Logroño, celebraban los 25 años de la Misión y allí pudimos saludar al P. Jacques Juliá, SMA, fundador de la Misión y que hoy en día, a sus casi ochenta años, está en la Misión de Kandhi, bastante más al norte de Kalalé. También se encontraba allí y fuimos a saludarle Monseñor Martin Adjou, nuestro obispo diocesano, que volvió a agradecernos nuestra presencia en la inauguración del Hospital Padre Pío de N´Dali.
La iglesia de la Misión, que estaba abarrotada, era un “horno ardiente de caridad”. La celebración fue preciosa: fueron entrando en procesión primero los catequistas, con fotos que recogían la historia de la Misión; después los sacerdotes; y, por último, los obispos. Presidía la celebración el obispo de La Rioja, don Juan José Omella Omella, que estuvo un tiempo como misionero en el Congo. También celebraron el obispo de Barbastro-Monzón, don Alfonso Milián Sorribas, y el obispo dimisionario de la diócesis de Parakou, Monseñor Nestos Asorgba.
En la homilía, don Juan José Omella se centró en tres conceptos: “Amén”, “Aleluya” y el envío misionero pronunciado por el propio Jesucristo: “Id y haced discípulos…”. Insistió en que para ser portador del Evangelio y llevarlo a los demás es imprescindible la oración, el trato íntimo y cercano con Dios, llevar una vida de santidad que se haga palpable a través de la caridad.
Antes de terminar, regalaron a todos los Padres que habían pasado por la Misión unas estatuas de madera de ébano. A los obispos españoles y al Padre Jacques Juliá, un traje típico de los baribas.
A la vuelta paramos en Nikki a ver a los bebés gemelos que habíamos dejado en el dispensario de las Hermanas Capuchinas. La mamá de los bebés estaba muy contenta y la Hermana Gladys nos comentó que era una persona muy alegre.
El domingo 30 de septiembre no hubo muchos feligreses en Misa. Tampoco vimos a Bene, que había cogido una fuerte gastroenteritis. Por la tarde fuimos con Dogo, que es el conductor de la ambulancia del dispensario, a buscar a los niños del “Foyer” (que es como se denomina en francés el “internado-hogar”). El P. Paul fue a Neil Baabá y nosotras tres a Bankourou. El Padre Paul nos había enseñado la frase que teníamos que decir: Min gari ettugo sukaabe jannirde (traducción: “Hemos venido a buscar a los niños para ir a la escuela”). Parecía que sabíamos mucho, siempre repetíamos la misma frase y sonreíamos. Cuando llegamos, vimos que algunos niños estaban desorientados: los padres de algunos no estaban; otros, en cambio, estaban muy arreglados y preparados para irse a Kalalé. Esperando a uno de ellos, preguntamos si echaban de menos a alguno, como nos había dicho el P.Paul que hiciéramos para saber si estaban todos. Demmo nos dijo que faltaba Hawuau: ¡cómo no echarla de menos! ¡Es una niña que tiene muchísimo genio y se pelea con todos! Como tardaba, fueron a buscarla en moto. Después recogimos a Dotta, que nos estaba esperando en el camino con su bolsa y unos tubérculos de ñame. Esperamos al P.Paul para regresar a Kalalé. Durante el camino, los niños fueron cantando algunas de las canciones que les habíamos enseñado el curso pasado. Llegamos a la Misión y todos ellos, muy contentos, se fueron al Foyer.
El lunes 1 de octubre, festividad de Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de los misioneros, los niños del Foyer madrugaron para ir al colegio y se encontraron con que no tendrían clase. En cuanto vieron a la M.Valeria le preguntaron si iban a tener “école des soeurs”, que es como llaman ellos a las clases que nosotras les damos.
Ese mismo lunes, las MM. Ana y Angélica, junto al P.Paul y al P. Johnson, salieron hacia N´Dali para asistir a la Asamblea Diocesana. Comenzó con un retiro que daba el P. Saturnino, que desarrolló en su primera meditación “la Iglesia es Una”, unidad que se da en la medida en que cada uno de sus miembros se encuentre unido a Cristo. Por la tarde, desarrolló estas tres convicciones personales:
- La misión no nos pertenece: es un mandato de Jesucristo. Nosotros somos enviados. Insistió en la necesidad de respetar y valorar el trabajo de los hermanos que nos han precedido en la misión.
- El Espíritu Santo nos precede antes de que lleguemos a una tierra de misión, ya ha actuado en las personas. De ahí que debamos pedir la gracia de tratarlas desde esta mirada de fe.
- Los misioneros no somos sino un instrumento para dar a conocer a Jesucristo.
A pesar de que era día de retiro, durante la comida pudimos hablar pues dábamos la bienvenida a los nuevos. Entre ellos, dos diáconos de Asturias, que van a estar ayudando al Padre Alejandro en Bembereké hasta el mes de enero.
En la Misa del martes, como había tanta presencia de hispanoparlantes, se acordó cantar el “Santo” y el “Cordero de Dios” en español. Al terminar, el señor obispo, Monseñor Martin Adjou, se acercó al sector del coro para felicitarnos a todos. Nosotras, al comprobar que no había ningún responsable de la Comisión de Educación a la que pertenecemos, preguntamos a Mr. Martin si podríamos ausentarnos para ir a la Dirección Departamental de Educación de Parakou para informarnos de los requisitos necesarios para abrir el Colegio Mater Salvatoris. El señor obispo nos autorizó para que lo hiciéramos.
En Parakou nos recibió con mucha cordialidad el Director de la Dirección Departamental y mandó llamar a la persona encargada de los colegios privados, quien nos proporcionó toda la información necesaria para iniciar los trámites de la apertura del Colegio. Volvimos a N´Dali para el cierre de la Asamblea y las palabras de Monseñor Martin.